De la necesidad de hablar

Hoy ha sido un día raro. Uno de esos días que se componen de pedazos de vidas ajenas y uno los vela des del silencio escondido tras un libro a medias. Uno de esos días en los que asistes a 1.500 conversaciones sin estar invitado a ninguna, por el mero hecho de compartir espacio vital sin remedio. Quizá para no despegar de la realidad, por conservar el espacio y tiempo y no creerte parte del libro a medias.
Es un ejercicio común. Primero intentas recomponer los trozos que te llegan para hacerlos coherentes. Para que encajen. Para que se ordenen. Como diciendo, sigo aquí. ¿Véis?
Pero al cabo de las horas, el autismo es inevitable. Nada es tan interesante y parece que a la gente le ocurren historias bastante similares.
Al principio te enganchas a cualquier cosa, porque has dormido y te crees con necesidad de ocupar tu tiempo; al cabo de unas horas las conversaciones se diluyen a lo lejos sin tocarte; y al final del día, la responsabilidad parece cosa de locos.

Ui qué susto. Uno de esos de muerte y caerse para tras después.

Y es que acabo de acordarme que tengo un blog. Y me ha venido así como de golpe. Como cuando uno ve aparecer su jefe por detrás de la pantalla mientras se escribe mails de mearse de risa con sus amigas.

Al principio me he emocionado pero luego he recordado que también tengo mucho curro. Y eso sí que me ha asustado de verdad. Por un momento me ha parecido ver a Jacob Nielsen con un bazoca apuntando un trocito de mi culo que merodeaba fuera de la cueva digital de los privilegiados señores modernos.

Yo no sé lo que harías tú pero sí sé lo que haría yo.

Este es el último capítulo de mi vida llamado "Crónicas en una terraza o la importancia de llamarse Scarlett" y empieza con una pregunta vital sin la cual no hace falta seguir leyendo: Muchacha (o). Si tú fueras igual que Scarlett Johanson, pero sin serlo, ¿qué harías con tú vida?

Pues este gran dilema se me ha planteado con Ana1 y Ana1 mientras poníamos nuestras carnes al sol en una terraza del centro porque en la mesa de enfrente estaba la estampa viviente de la diva pero con un hijo. Y aunque yo he intentado especular con la idea que a lo mejor era la tía del crío, Ana1 decía que no. Que no era. Y así ha quedado. Que no era.

Y como Ana1 decía que tampoco era para tanto y la muchacha no se parecía tanto a la Scarlett, ella no va a jugar al juego de adivinar pero el resto sí queréis podéis.

Y aquí queda mi pregunta abierta para empezar a jugar a esto tan divertido, ¿qué harías tú si fueras clavadita a la Scarlett pero sin serlo?

Nota: por Scarlett se entiende la Johansson. Está claro.

El compromiso sabe a sushi

Y como si con el silencio se pudiera proteger del cambio, nadie comía sushi y engullía los acontecimientos. Poquito a poco, con palillos torpes y sobredosis de salsas.
Muda y estéril se aferraba a la rutina sin permitirse teclear un solo día. Los cambios estaban para vivirlos en silencio y contarlos con el paso del tiempo. Las primeras veces acababan tomando relevancia con los años a sus espaldas, los justos para merecer la categoría de primeras sin perder color.
Y solo cuando nadie empezaba a teclear sus primeras impresiones, los espectadores sabían que había empezado el primer acto. El primero del resto que ya andaban medio digeridos.


Si mañana sigues aquí

Sabrás que ha valido la pena. Y verás que tú seguirás siendo tú sin necesidad de mí cuando no sea necesario, pero que tampoco dejaremos de ser nosotros mientras queramos.
Si mañana sigues aquí, te contaré un secreto para que te quedes, ya lo sabes. Uno libre de aire ya respirado, un secreto sin aprietos, para que sepas que formas parte de mis pensamientos vips. Uno de los que guardo en las zonas más atrincheradas del paraíso de los pensamientos y solo salen a pasearse de buenas.
Así que ya sabes pequeño astronauta, si mañana sigues por mi calle, llueva o haga sol, verás que lo mejor anda aún tres calles más arriba.

Para mí

La frase del mes es:
"Face it: Most members of marketing departments are not living the same lives as their target audiences."
-- Allen P. Adamson, BrandSimple