El compromiso sabe a sushi
Muda y estéril se aferraba a la rutina sin permitirse teclear un solo día. Los cambios estaban para vivirlos en silencio y contarlos con el paso del tiempo. Las primeras veces acababan tomando relevancia con los años a sus espaldas, los justos para merecer la categoría de primeras sin perder color.
Y solo cuando nadie empezaba a teclear sus primeras impresiones, los espectadores sabían que había empezado el primer acto. El primero del resto que ya andaban medio digeridos.
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