Entre el desagüe y las Mauricio




Estoy en la ducha. En el vestuario no queda casi nadie. Han cambiado algo en la alcachofa de la ducha que hace que el agua salga en forma de millones de finas gotitas, muy delicadas. Los barrios pijos algunas veces son lo mejor. Cierro los ojos. Abro la boca. Escupo el agua. Lo primero. Lo prioritario. Lo importante. Abro la boca. Escupo el agua. Aquello. Lo otro. La otra. Abro la boca...Y de golpe, me hundo. Primero los talones. No abro los ojos. Total. Estoy en la ducha del gim. No me puedo estar hundiendo. El suelo es de goma, es blando. Habré pisado el desagüe - ya me pasó en casa que inundé el piso de abajo-. Cuando me doy cuenta me llega el agua a los tobillos. Y de repente, estoy completamente hundida y ya no puedo gritar. Aunque tampoco habría nada que decir. Así se está de maravilla. En el agua. Sin aquello. Sin lo otro. Sin lo importante. Sin lo urgente. Sin pensar que en realidad no me he movido de la ducha. En mi mejor stand by.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Nunca pensé que estar sumergido bajo el agua pudiera explicarse de manera reconfortante.
Precioso post.