Post número 151

Hoy he conocido un hombre extraño. Un hombre de referencias bonitas aunque de pose incómoda. Con una mirada vivida entre un qué más me da y el más puro estereotipo. Chupa de piel, pelo largo y más de tres arrugas en la frente.
Sabiéndose diferente hablaba de forma amable y segura. Buscando asentimiento sin el menor atisbo de necesitarlo. Seguramente por una mera formalidad.

Me ha hablado de jóvenes en calzoncillos que llevaban flores a sus novias al mismo tiempo que me decía no sé qué de ancianas colgadas en un pantano.
Sus referencias hablaban de James Deans postmodernos y Hércules que volvían a casa por Navidad.

Hablaba con desprecio al tópico, al perfecto, a la caricatura del estilo y la espontaneidad. A la marca, a los ejecutivos que desde sus mesas la personalizan y hacen el ridículo pensando que a partir de ahora serán guais y se rodearán de personas que también querrán ser guais.

Y tanto tópico me ha aireado el estómago. Pero para lo bueno.
Quizá el hombre extraño esté casado, con tres hijos que lo llaman mi papa y su máximo atrevimiento es decirle a su mujer que ha comprado otra marca de pan de molde. Pero, ¿sabes qué? Algo me dice que no. Así que seguiré con los ojos abiertos. Anotando referencias.

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