El escultor

El escultor tiene 20 años y aún sufre las dolencias de una adolescencia mal curada, pero todas las niñas que pasan por delante de su ventana no lo ven. Los granos de la frente se le mudaron a la espalda, pero como el chico va vestido, nadie los ve. Ni yo lo veo. Que casi lo veo todo.
Él mira a lo lejos mientras esculpe un jarrón que ojalá no acabe nunca. Con las manos sucias está más bueno. Incluso con esos tejanos de moderno.
El vigilante del colegio está hasta las narices del público. Advierte a las curiosas que va a empezar a cobrar entrada como no recojan las pipas que tiran al suelo mientras miran al chico que parece eternamente solo. Pero ellas ni se inmutan. Ellas tienen toda la tarde para mirarlo. Todo el día. Casi todo el curso, si quitamos el tiempo que van a dedicarle a los exámenes. El resto no. El resto pasamos por la ventana casi sin mirar. Con la tripa para dentro. Deseando ojalás imposibles y un poco más tristes por no poder quedarnos a pelar las pipas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si te pasas un día a partir de las 12 te hago un jarrón, guapa