Lunes extraños
Hay días perfectos para viajar sola. Días en los que lo más importante es mirar sin apenas oir. Para hablar sin pensar en resultar brillante. Para entender que lo que deba ser bienvenido sea y más sabiendo que la media hora extra de cama ha sido un milagro. Días para mirarse al espejo y verse con ojeras pero contenta. Días para las cosas no importantes. Para coger taxis entre edificios bonitos. Para pasar cerquita de parques verdes con gente con tiempo echada en ellos. Felices.
Son días en los que no te molesta que haya un idiota gritando desde la fila tres vestido de Neo. Días a prueba de bomba hechos para unir contrarios y no escuchar los peros. Para enterarse que los nuevos putis dan comisión a los taxistas los días de feria. Días para descubrir que lo que soñaste se une a lo que ves desde la ventanilla, mientras sabes que esta no es tu ciudad y si te hubieras quedado en casa te lo habrías perdido. Son días para ti. Días casi perfectos.