Apología del absurdo
Estas últimas semanas han pasado cosas interesantísimas a mí alrededor y he pensado que os voy a contar algunas:
La primera:
Mis amigas del alma y yo decidimos que nos iríamos a pasar un fin de semana en la montaña para poder dormir juntas en una misma habitación y depurar las penas.
Y, como a nosotras las cosas fáciles no nos gustan pero somos algo vagas, llamamos a un camping cerca del Pedraforca donde ya habíamos estado una vez y casi matamos a la gallina de la dueña del camping. Pero este episodio, como es algo viejo, lo voy a pasar por alto.
El proceso de reserva fue el siguiente:
- Primero, Anna 1 llamó para pedir un bungalow de 6 para dos noches.
- Después, el novio de Anna 1 enfermó.
- Tercero, todas en bloque decidimos pasar en el Pedraforca solo una noche para que Anna 1 pudiera cuidar de su novio un día.
- Cuarto, Anna 1 llama al camping para anular una noche.
Y la señora (dueña de la gallina) le dice que le va a cobrar las dos noches igual.
- Quinto, se abre proceso de debate para ver cómo podemos engañar a la mujer sin tener que buscar el teléfono de otro camping.
- Entonces, Anna 2 dice que llamará ella para anularlo y buscar otro camping pero a media llamada, se despista y hace una segunda reserva con otro nombre.
¿Un bungalow de 6? No. Para disimular que somos el mismo grupo, Anna 2 pide uno de 5.
- Después, idea de Natalia, Anna 2 vuelve a llamar al camping para decirle a la señora de la gallina que ha habido un error y las amigas del alma han hecho dos reservas sin darse cuenta y van a anular la reserva de dos noches paraa quedarse solo con la de una.
(En general, como verás, somos muy listas y nos gusta evitar el conflicto).
El caso es que, después de tres días venerando el absurdo, nos fuimos de fin de semana al dichoso camping. Pero al irnos dejamos el bungalow algo sucio. Por las prisas y porque estábamos disimulando que éramos una más de la cuenta.
Y como nos fuimos de allí cual pubers empanadas, me dejé el dni en recepción.
(Yo lo he descubierto hoy, una semana más tarde, y después de rebuscar 20 minutos en el bolso enfrente una cola larguísima del Ikea con gente mirándome mal).
Al llegar a casa, como la mujer digna y madura que soy, he llamado para que me lo mandaran por correo.
Resultado: la mujer gorda me ha puesto a caldo (por la ducha sucia y el azúcar de la mesa principalmente). Primero a mí directamente. Después a mí otra vez pero con la mujer que tenía al lado que asentía en voz alta.
Así que, avergonzada como una vulgar puber en edad de ser pillada in fraganti haciendo cosas malas y no haciendo la pena de este modo, lo escribo aquí, en público, para que mis amigas compartan algo de vergüenza conmigo.
El resto de cosas interesantes que me han pasado os las cuento otro día que ya es bastante tarde.
1 comentario:
Bfffffffffff (silbando una melodia mientra miro a la izquierda...)
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