Gracias

Querida,
¿Cómo estás?
Hace siete meses que no te veo y tengo que decirte que, aunque he intentado olvidarte, esto no está siendo tan fácil como debiera.
Te echo de menos. Así de fácil. Ya lo he dicho... Y aunque aquí soy feliz, no pasa una sola semana en la que no piense en ti.
Ya sabes que los cambios me cuestan demasiado, no soy tan flexible como pone en mi cv. Me viene de chica. Ya por entonces no tiraba nada. La visión de un trastero vacío me atormenta, como si la falta de trastos significara no haber tenido.
En esta nueva vida no tengo trastos porque de momento todo está ordenado. Casi casi sin caos. Pero de momento me adapto bien. Estoy recopilando recuerdos que adornen las paredes y llenen los rincones de estos nuevos días.
Y la casa está quedando bonita, aunque casi todo sea nuevo y le falte polvo. Ya sabes: es la vieja dicotomía entre viejo y nuevo.
Disculpa de antemano mi tono dramático. No quería preocuparte. Seguramente se debe a mis tres últimas noches víricas. Como la mitad de Barcelona, ando medio costipada.
Espero que tú estés bien y no te falte nada de lo tuyo: ni ruido, ni gente, ni tiendas, ni luces, ni te, ni sol, ni bicis, ni niños, ni domingos, ni nada.

Un beso desde la zona sur bonita,

Anna

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