mi querido monstruo


Hay un monstruo de los bostezos dentro de cada uno de nosotros. El mío es un ser sin dientes que no da miedo, algo bocazas, muy sosete, un poco tontaina.

No es capaz de tenerse en pie, no se soprende por nada y siempre quiere más. Le acompaña una lagrimilla en el ojo izquierdo, el lado del cojín, tiene las piernas flojas, un cuerpo garrapatil. Es feo, pero entrañable. Se trabaja a fondo los viernes, de 12 a 6 de la tarde.

Cuando se pone, es muy pesado, no deja paso a una sola iniciativa, es fiel a su propósito, gulas, avaricioso. Se zampa las horas a bocados, atempta contra el movimiento a bocanadas, pero no es capaz aún de hacer correr las horas. Cuando él está despierto el tiempo no pasa, desespera. Y espera, y no pasa, pesa, se eterniza, agoniza.

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