Son las 7

Esa es la hora en la que el dios empleado del hogar le lava la cara al mundo. Media tarde de primavera, sobre las 7 cortas.
A él le gusta hacerlo a esa hora porque, post diluvio, aún quedan unas horas de luz que abren paso a un azul cielo muy bonito. Limpio. Radiante.
Además, tiene comprobado que sobre las 7 es la hora que mejores efectos tiene sobre los habitantes personas.
Como por arte de magia, encuentran un segundo para mirar por la ventana, primero sorprendidos por el cubetazo inesperado. Tormenta de verano. No parecía que iba a llover. Pues el hombre del tiempo no ha dicho ni mu. Corre, saca los cojines de las sillas del jardín; Después, mirando embobados el cielo azul claro, contentos y satisfechos de que nada haya echado a perder unas horitas de luz.

El dios que le lava la cara al mundo sabe que las 7 es la hora perfecta para que los que tienen manías pierdan unas pocas mirando el brillo mojado que se lleva el polen al desguace; para borrar los mejores pipis de los parques y así permitir que los amos de los perritos fisgones encuentren unas horas de paz; para que las abuelas del mundo tejan monederos de ganchillos lima limón; para que los niños obtengan permisos especiales para jugar a la wii un ratito más; para que los mandones manden menos y mejor, con tranquilidad y calma, al ritmo de la lluvia acompasada.

Las siete es, sin duda, la mejor hora para lavarle la cara al mundo y verlo de nuevo, por unas horitas más, azul cielo brillante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

go away? forever?? :(