Excelente

En la agencia, agosto es el mes del excel. Los correos se abren con status de urgencia al mismo ritmo que los mails de out of the office aparecen en la bandeja de entrada.
Las cuentas corren de un lado para otro pidiendo calendarios al son plástico de sus hawaianas. Las mesas se llenan de creativos que no vieron una semana a la vista desde que cerraron sus agendas de EGB. Incluso los directores creativos parecen preocuparse por cumplir fechas. Un hito inolvidable que, a pesar de diciembre, no es común ni frecuente.
El objetivo: Ponle una fecha que así nos vamos tranquilos.

Yo, después de 4 agostos a mis espaldas en estas paredes, se que lo que ahora parecen inofensivos y bronceados status urgentes, se convertirán en malhumorados monstruos merma sentidos vitales a partir de la segunda semana de septiembre.

Pero, ¿quién se atreve a romper rutinas?
Somos uno de los pocos países del mundo que seguimos cerrando un mes entero por vacaciones. ¿Un tic de la transición quizás?

Save me

Encuentro tres canciones de Remy Zero que no sabía que tenía. Ya me he acostumbrado a los cascos grandes y le estoy sacando provecho a no oír nada. Recuerdo que ayer noche pensé tres veces quan lejos andaban algunos de la realidad. Yo misma, en la otra punta, me he visto mil veces no entender nada. Ahora no. Llevo demasiados días atada a la silla sin recibir muchos estímulos interesantes. Nunca un verano había sido tan convencional. Y nunca había disfrutado tanto de la falta de sorpresas. Malo.

A lo bueno todo el mundo se hace

Mi padre me dice que mi madre le acaba de decir que si no fuera por la familia se iría un año de viaje a Argentina con la visa.
- Y què vol fer a Argentina amb bici la mama? Si ella no va amb bici.
- Amb bici no Anna. Amb la VISA.
- Ah. Ok.

Bonito negocio para mi padre y una decisión lógica para mi madre. Porque está claro que el día a día es un coñazo comparado con las mil aventuras que uno puede vivir en Argentina con una visa que paga otro.

Porque viajar ancho, comer bien, descansar y disponer de tiempo es fantástico. Pero lo difícil no creo que sea saber todo lo que harías si tuvieras más dinero y tiempo sino encontrar aquello que puedes hacer con lo que dispones eliminando los si pudiera, los haría, los entonces sí que, y ese largo etcétera de muletas mentales que aniquilan el hacer.

Yo me mudaría a un país sin frío.
Me llevaría conmigo a mi novio. A la fuerza.
Mi perrita. En un transportín.
Y creo que me compraría unos patines.

Peces y otros seres lacrimógenos

Todo lo bueno se acaba. Gracias al pequeño yogui que ha ejercido de cuidador amateur, hemos contado con la salchicha peleona más de siete días. Después de ocho años de querer y no poder, ha sido todo un lujo. Y aunque ya sabía, cuando pasó la puerta, que la vería de regreso, me siento tan triste...
Supongo que puedo aplicarme aquello de las prioridades, las obligaciones y las vidas que no nos dejan, pero ahora mismo, no quiero. Por unas horas dejaré de tener 29 años para volver a los 9. Creo que estoy en mi derecho y, como veo que estoy sola, parece que nadie me lo impide.

Superluis

Me voy a comprar al centro en moto. Me paro en el tercer semáforo saliendo de casa.

Delante mío un tío mayor lleva una camiseta con un camión dibujado. Dentro, unas letras a lo Supermán anuncian a Superluis. Junto al camión, una descripción de servicios: Lampista, rotulista ocasional, boyscout, profesor de ju jitsu y un teléfono en negrita.

Superluis arranca sin que me de tiempo de hacerle una foto con el móvil. Para mi, su camiseta rebate todas las historias contadas a voces con las que me he topado en mucho tiempo.

Arranco la moto pensando que es una tranquilidad que en estos días macabros que corren algunas casas sigan contando con superhéroes tan valiosos.

Sigo aquí

Mirando telebasura televisiva con la mente en blanco intentando acallar el batiburrillo en mi cabeza. Valeriana va, valeriana viene. Resultado, ninguno.

¿Esto qué concepto tenía?

Todo es mentira. Y sobretodo el concepto.
Porque, ¿qué concepto puede tener si es mentira?

Son invenciones. Como cuando eramos pequeños y hacíamos figuritas de barro y le decíamos a nuestras mamás que eran ceniceros.
O como cuando imaginábamos que los pitufos de la cómoda tenían vida y cuando ibamos al cole no se morían de asco y polvo.

Y no digo que no sea guai esto de buscar eternamente el concepto. Pero estamos perdiendo una premisa esencial para que siga siendo divertido: El concepto no soporta feedback.

Si lo cuestionas, lo matas. ¿A que tú mamá jamás te dijo que eso no era un cenicero? No.
Ella te decía: ¿Y esto tan bonito que has hecho es...? Y esperaba. Tan simple como perfecto.

El porqué los clientes no hacen lo mismo para mí es un misterio. Un misterio del que no necesito feedback.