No pasa nada

Sólo llegan unos días de vacaciones. Y santos o no, no nos estresaremos. Si la mitad de nuestra vida no nos cabe en la maleta, pillaremos unas bragas de menos. Lo más importante es que en la primera estación de servicio hayamos olvidado de dónde veníamos. Como decía la amiga de los niños, planeemos menos y volemos un poco más alto.

Y lo dura que es la vida...(del blogger)

Pues eso. Durísima. Sé de algunos que incluso sufren cuando no saben qué postear...
Por ejemplo. El niño programador. Que dice que cuando no postea sus fans sufren. O los que compensan su sequía abriendo más y más blogs con nombres distintos. Como si el título tuviera la culpa de su agonía bloguera. O los que ya ni lo abren. Suspiran por tener un blog pero no se atreven. O los que dicen que sólo postean verborrea de alta calidad, así que casi nunca lo hacen. Y los que acusan con el dedo diciendo que eso de tener un blog es de borrego perdido y se abren una cuenta en Flickr, Del.ici.ous. y Facebook.
Yo lo que pasa es que también posteo de vez en cuando en el blog de HS y mis ideas se dividen en dos.
Mejora esa.

En el mundo hay gente buena y gente mala

Y yo hoy me he topado con todos los buenos.
A las 5 de la mañana me he levantado de mi cápsula espacial para viajar a la ciudad de las reuniones y las charlas acerca del sexo de la webs. Uf. Vaya. Psé.
Y entonces ha habido un punto de inflexión.
Creo que ha sido entre el segundo en el que se ha caído el café en mi blusa y el minuto que he tardado en cambiarme pero un día que pintaba entre aburrido y castrante se ha convertido en un día amable.
El taxista de las 5.30 am era mudo y transpiraba tranquilidad por todos los poros. Gracias.
El acompañante de avión de la nave transportadora me ha subido y bajado el abrigo en plan peli de las de antes. Con clase y en blanco y negro.
El segundo taxista del día, un ex escolta político súper motivado por no hacer ni una sola cola innecesaria, me ha tratado como a una princesa.
El dueño y señor de las mazmorras de las webs con ruedas me ha recibido con un café y una charla, de sólo una hora y media, acerca del futuro de google, telefónica, la publicidad en buscadores y el futuro de la marca real. Inquietante.
Cuando he salido de la súper charla, el taxista motivado me esperaba en la puerta con una sonrisa y un qué tal te ha ido. Parecía familiar mío de contento que estaba.
Por la noche me han informado que habíamos ganado un Laus por un curro con el que por cierto nos lo pasamos bastante bien y casi nada mal.
Así que hoy me voy a ir a dormir con un total de 27 gracias, 6 señorita espero que tenga un feliz día, 2 descanse usted mucho, 1kb más e sabiduría, 1 premio y un te quiero. No está nada mal.

Y casi mejor así.

Y como siempre, lo urgente no deja tiempo para lo importante, así que esta semana casi no he podido pensar.

El día del señor

Domingo es un día termómetro. Y es que las últimas horas del domingo son más definitorias que el resto de la semana.
Es cierto que es un día menos aspiracional pero, también mucho más funcional para saber por dónde andas.

Y es que las personas que han formado parte de las últimas horas de tus domingos, son más importantes que el resto de la humanidad.

Mis últimas horas de chica los ocupaban Alf y un secador súper potente+cepillo rulo con el que mi madre me torturaba; con mi primer novio presentable los domingos se morían en el cine y el frankfurt del centro; con mi mudanza a Barcelona, se fundían en el sofá con un te y María; con la marcha de María, los domingos acabaron en cena y guacamole por el Raval. De mayor, quizá los acabe entre la plancha y la verdura.

Aunque quién sabe. Quizá me hago rica famosa y mis domingos desaparecen bajo unas vacaciones sin días, sin horas, y sin lunes.

Mientras espero, feliz domingo póstumo.