Por amistad, todo y más


Pertenezco a la generación que vió nacer el reciclaje. Comencé dejando la bolsa de basura fuera del portal, para ser obediente; a tener 4 cubos en la cocina y andar medio barrio, para ser cívica.
He visto tres diseños de contenedores de reciclaje distintos. Pasé de creer que cuidar el medio ambiente era no utilizar desodorante de spray, a poner una tapa a cada olla. Hemos sido obedientes, hemos crecido con un pan bajo el brazo, pero nos hemos concienciado que el pan ahora dura menos que antes y se pone duro.
A los de mi generación nos explicaron detenidamente que nada es para siempre. Nosotros vimos nacer los kleenex, la comida para llevar, las pizzas a domicilio, los libros de bolsillo, Zara y los vuelos low cost.
De pasada también nos contaron que el amor caduca y ello nos llevó a la oportunidad de conocer nuestra media naranja muchas más veces. Pero a cambio nos vendieron que los amigos sí lo eran. No fue un engaño, sino más bien un descuido. En los tiempos de nuestros padres los amigos eran complementarios a sus vidas. Y ahora, des del maravilloso espacio que seguimos teniendo pasados los 25 y a punto de los 30, nos damos cuenta que la naturaleza no era tan sabia. Los niños pueden venir más tarde, los estudios también, las responsabilidades en tarjetas prepago y la adolescencia durar casi casi hasta cuándo queramos.
Y lo mejor, esas personas redescubiertas, lo mejor de muchas de nuestras vidas. A falta de niños: amigos. Y así, mucho mejor.

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