Rojo. Ya están los peruanos besándose. Se besan con desgana, mirando hacia otro lado, pero uno encima del otro. Los miro y no soy capaz de ponerles edad.
Miran sin verse. Como espantados.
Verde. Barcelona es preciosa, pero no huele bien. Se salvan a duras penas algunas calles estrechas y unos pocos barrios con jardín y portero con manguera.
Rojo. Llegó la época del ventilador y los collares horteras. Veranito. Dentro de nada jornada intensiva. Ya no veré a los peruanos besándose. Ni a ese chico mono de las mañanas. Aunque casi da igual. Es gai seguro. Jamás me mira.
Verde. Mira. Ahí está. Me gustan sus chanclas. Parece que va lejos. Yo creo que es arquitecto. Tiene ese punto ideal entre informal interesante. Y es anchito.
Rojo. Y anda que el gordo... Siempre mirando a las niñas. Mira vayan con o sin madre. Y la mujer detrás. Que lo aguantaba yo. Muy limpio se ve el tío.
Verde. Ahí va la abuela estilosa. A mi de Sarriá me gustan las iaias. El luto nunca llega a los barrios pijos.
Rojo. Otro día tarde. Bueno. Mañana más. Total, somos muchos pero siempre los mismos. Para que nos vamos a engañar. Mañana llegaremos a la misma hora nos levantemos antes o después. Nos gusta vernos.